A la vez que avanzamos hacia el futuro no debemos olvidar el pasado, y con este fin el Padre Juan nos ha cedido unas magníficas fotos realizadas por él hace cuarenta y cinco años, que nos muestran cómo era el colegio en aquellas fechas. Dichas instantáneas pueden ser observadas en la planta baja del colegio, en el pasillo de acceso al comedor.
Aquí os dejamos estas obras de arte, junto con los apuntes del autor de las fotografías analizando el contexto y contenido de las mismas:
“Estas fotografías son, aproximadamente, del año 1965, en el mes de abril y a media tarde. Entonces la fachada lateral del Colegio: Parroquia, garaje y pared sur del patio limitaba con una mermada acera, una carretera estrecha que daba salida hacia Huelva y el extenso campo en el que se cultivaba algodón y que hoy es, nada más y nada menos, que el Real de la Feria de Sevilla.
Observaréis que, a continuación de la puerta del garaje, la tapia no era muy alta. Esto era debido a que detrás de ella estaba el patio del Colegio, todo él al mismo nivel que la acera exterior, extendiéndose desde esta pared (hoy, en la Avda. Ramón de Carranza), hasta la otra pared, que limitaba y limita hoy, en la calle Virgen de la Cinta. Pero eso sí, se respetaba el último tramo para lo mismo que hoy (más o menos): baloncesto o, sobre todo balonmano con el profesor D. Rafael, balonvolea con el profesor D. Eloy, y hockey sobre patines con el Padre Mario. En estos tres últimos deportes éramos grandes especialistas, y se ganaban torneos a nivel ciudadano, regional, incluso nacional. Y todo eso sin polideportivo, que se construyó algo más tarde.
Con el fin de conseguir mayor realismo en la fotografía, con un carrete de blanco y negro, se usó un filtro de color naranja para realzar la existencia de pequeñas nubes. También así se acentuó el color propio del ladrillo.”
Finalmente, el Padre Juan nos explica como realizó esta foto en un aula de la época:
“ Las nueve de la mañana: segunda hora de clase. A la derecha, una ventana con luz del norte. Al fondo, los alumnos. Yo, sentado en la tarima elevada del aula esperando unos momentos antes de la batalla y el diálogo.
Se me aproxima un alumno y me pregunta… y le digo: “¡quieto!, no te muevas por favor”.
Tomo la máquina fotográfica ,que tenía como destino el recreo, y “disparo”."